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Archivo para sábado, 30 de abril de 2011

Solidaridad Colseguros

sábado, 30 de abril de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Es el título de la revista de la Com­pañía Colombiana de Seguros que cir­cula mensualmente entre su personal y que también nos llega, por especial deferencia, a quienes estamos cerca de ella en la amistad y que vivimos en par­te, así sea como simples observadores, los acontecimientos de este sólido or­ganismo que afianza con pasos relevan­tes la prosperidad del país.

Se trata de una publicación pulcramente elabora­da, que se orienta a estrechar los bra­zos de hermandad de la «gran familia Colseguros», como se insiste con pala­bras pero sobre todo con hechos, y que divulga a través del acontecer cotidiano la esencia humana que su insigne presidente, el doctor Javier Ramírez Soto, ha sabido vitalizar.

Entró la entidad en la órbita cente­naria y, como propulsora que ha sido de la vida económica y social del país, no quiere que este suceso pase intrascen­dente. Nos cuenta la revista en qué for­ma nació y creció uno de los más res­petables estamentos de la nacionalidad. Es admirable el sabor humano que ella ofrece.

Por sus páginas desfi­lan los pequeños y los grandes episo­dios, se estimula al incipiente vendedor que ensaya sus primeras armas, lo mis­mo que al veterano profesional que ya regresa del combate, se reconocen mé­ritos que no siempre son ponderables en el frío ambiente empresarial, y se impulsa, apenas como natural conse­cuencia, el rendimiento de los nego­cios. No se conforman sus directivos con ejercer un teórico papel en las rela­ciones humanas de la empresa, sino que llegan hasta el empleado con muestras tangibles de retribución física y moral.

Son varias las realizaciones en el campo cultural, como la formación de 11 grupos de teatro, escuela de verda­deros artistas, según tuvimos ocasión de comprobarlo en Armenia con la magnífica actuación de las sucursales de Medellín y Bogotá en Toque de queda, de Luis Enrique Osorio, y Las Convulsiones, de Luis Vargas Tejada.

Es la sala de exhibiciones de Bogotá un nervio de cultura y allí, que sepamos, se expusieron recientemente las obras de Santiago Martínez Delgado, donde se reunieron los cuadros que se ha­llaban en poder de su familia, del Mu­seo Nacional y de la Academia de His­toria. Son todos éstos ingredientes de progreso y sensibilidad de una or­ganización que entiende que su objeti­vo no solo está en producir dividendos, sino también, y primordialmente, en valorar la persona humana y encau­zar recursos hacia el fortalecimiento de nuestro patrimonio cultural.

Estos ac­tos son como puntales que se buscan, se necesitan, se crecen, cuan­do existe el propósito de hacer cosas grandes. Por eso la Compañía Colom­biana de Seguros es grande.

Le correspondió a Armenia el honor de ser sede de la convención nacional de la compañía. Privilegioganado en franca lid por la seccional que con acierto y lujo de competencia dirige Raúl Mejía Cal­derón, cuyos logros, siendo brillantes, no sorprenden en este personaje de la ciudad, por ser caballero de armas to­mar.

Esta reunión de cerca de 400 delega­dos demostró el sentido de pujanza y de mística con que la empresa acomete sus programas. Me tocó en suerte presenciar los actos de reconocimiento al mérito, en los que parecían faltar trofeos para premiar los esfuerzos, los sa­crificios, los triunfos y hasta los reveses del arduo ejercicio de vender segu­ridad.

Grata impresión esta de ver tra­ducidas en realidades las páginas de la revista. Raúl y su equipo han conquis­tado, para orgullo suyo y beneplácito de su tierra, las palmas de su labor di­námica y productiva.

Como no en vano se es solidario, el doctor Ramírez Soto premió a Armenia, como retribución al éxi­to de la seccional, con la construcción de un edificio para su sede, que sin duda habrá de erigirse en corto tiem­po. Generosa fue, además, su contribu­ción para el Albergue Infantil y para los planes locales de la Cruz Roja. Po­demos, en fin de cuentas, ser exigentes con una entidad tan arraigada en nues­tro medio, que se nos vino en masa a demostrar que la palabra «solidaridad’ es algo más que el membrete de una revista.

La Patria, Manizales, 11-V-1974.

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Periodismo carcelario

sábado, 30 de abril de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Llegó a Armenia un director de cárcel con alma de periodista. Per­sona activa, amable, humana. Dicen que hizo buena obra. No sé por qué salió del puesto. Fun­dó un periódico. Estaba bien editado; demasiado bien para ser impreso en el penal. Pero el periódico murió con la salida del director. ¡Lástima grande porque la sociedad necesita periodismo en las cárceles! Repasando mis archi­vos encuentro un grato recuerdo, que no me resisto a transcribir:

Armenia, junio 10 de 1972. Señor don Fabio Gómez Gómez, director del periódico Cultura. Amigo director: Me hallaba en mora de hacerle llegar mi voz de aplauso por la aparición del periódico Cultura, que, fundido en los talleres carcelarios, hace evidente el sentido de la rehabilitación del hom­bre. Causa asombro y admiración el encontrar que sea la propia mano del preso, la misma que a lo mejor se exaltó en el torbellino de la vi­da, la que ahora acomoda con pacien­cia y reflexión las hileras del plomo que fabrica ideas, en lugar de causar estragos.

Llegado el periódico a su cuarto nú­mero, en tan corta existencia, sorpren­de ante todo la tenacidad de la empre­sa, y luego es preciso destacar el esfuer­zo de quienes hacen posible la apari­ción de estas páginas de maravilloso contenido periodístico.

Encuentro en el último número los generosos conceptos que sobre mi no­vela Destinos cruzados escribe el pe­riodista Ariosto Cardona A. Sus pala­bras me alientan y entusiasman. Me parece extraordinaria la ocasión para sentirme orgulloso al ver comentada mi obra en el órgano que busca rehabilitar al hom­bre. La esencia de la novela es la rehabilitación.

Mil gracias al amigo Cardona por el buen enfoque de sus comentarios. «Pueda ser que no sea usted un hués­ped de paso en la literatura», me re­cuerda el periodista. Yo le contesto que confío no serlo, pero si así fuera, estoy ya recompen­sado sabiendo que mi libro ha llegado a manos del recluso, llevándole un mensaje de esperanza en la vida.

Una cordial congratulación. Me apropio la idea del amigo Ariosto para decirle a usted: “Pueda ser que no sea usted un huésped de paso en el periodismo”. ¡Adelante! Cordialmente, GPE

La Patria, Manizales, 4-II-1974.

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