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Archivo para martes, 2 de noviembre de 2010

Crece la convicción

martes, 2 de noviembre de 2010 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

A propósito de mi columna La recta final de Uribe, publicada el pasado 9 de junio, un distinguido y apreciado amigo –sociólogo, escritor y periodista, y por otra parte antiuribista visceral– me envió una vehemente carta de rechazo a las tesis expuestas en mi columna, carta en la que además me invita a reflexionar sobre mi postura ideológica y me llama la atención “sobre la necesidad de que generadores de opinión como tú –me dice– piensen más en las dolamas de los pobres y las medidas draconianas que inciden en la vida de las clases medias y pobres, que en el aplauso inmerecido a quienes son causa eficiente de nuestros problemas”.

El reproche de mi viejo amigo no hizo otra cosa que reafirmar mi convicción sobre el magnífico desempeño del presidente Uribe en el manejo de la Seguridad Democrática, y por consiguiente del país –que tal fue el enfoque principal de mi artículo–, y avivar la confianza íntima que abrigo sobre el resultado final de ese programa bandera del Gobierno, incluso mediante la segunda reelección, de ser preciso llegar a esa fórmula combatida por muchos contradictores del Presidente, pero respaldada por la inmensa mayoría de los colombianos.

La respuesta que di en carta del 17 de junio a las aludidas críticas sobre mi columna, cobraría mayor fuerza días después, luego de conocido el fulgurante rescate, que asombró al mundo entero, de Íngrid Betancourt y de 14 rehenes más en poder de las Farc, por el Ejército Nacional. Sería inconcebible suponer este operativo –muy bien bautizado con el nombre de “Jaque Mate”– dentro de las políticas flojas o indecisas de los gobiernos anteriores, y el que solo pudo lograrse gracias a la firmeza, la audacia, la valentía y el liderazgo del presidente Uribe, apoyado, con esos mismos ingredientes, por el Ministro de Defensa y los altos mandos militares.

Dice así mi respetuosa y categórica carta al amigo opositor, cuyo nombre no viene al caso –para evitar inútiles reyertas–, pues de lo que se trata es de sostener unas ideas firmes:

«Con la mayor atención he tomado nota de tus críticas contra el presidente Uribe, las cuales no son nuevas, pues esos o parecidos enfoques los vienes presentando en tus artículos de prensa desde buen tiempo atrás. Soy receptivo a toda clase de planteamientos y controversias, respeto la opinión ajena (incluso la virulenta o la apasionada), defiendo mis propios principios, y aspiro a que los demás los respeten aunque no los compartan, como es el caso tuyo.

«No siento que mi prosa sea forzada cuando trato asuntos políticos. Lo que pasa es que me fluyen más los temas literarios o culturales, pero no soy ajeno a la cuestión social del país. Por el contrario, me duele que exista tanta distorsión de los hechos y que dejen de reconocerse los aportes a la paz hechos por Uribe, una de las figuras más polémicas de los últimos tiempos, y también más emprendedora, más firme en sus ideas y en sus realizaciones, y con mayor criterio sobre las graves falencias de este país violento y tropical que nos tocó en suerte.

«Tiene muchas fallas, claro está. Se le imputan muchas acciones desviadas, del pasado y del presente, que son materia de investigación, y solo el paso de los días habrá de determinar si son ciertas o infundadas. El verdadero dictamen sobre los hombres públicos –de la dimensión de Uribe– solo lo da la Historia veinte o treinta años después.

«Fíjate que Rafael Núñez, más de un siglo después de su fallecimiento, continúa siendo una de las personalidades más controvertidas del país, sobre todo dentro de los liberales. Sin embargo, Indalecio Liévano Aguirre –uno de los caudillos más brillantes de esa colectividad– salió en defensa de Núñez e hizo un concienzudo análisis sobre las circunstancias que lo llevaron a ejecutar actos políticos por los que muchos todavía lo enjuician.

«Por encima de simpatías o adhesiones en el caso de Uribe, está el bien de la Patria. Nadie ha hecho más que él por la paz del país. Eso es lo que le gusta a la gente. De ahí el respaldo abrumador que mantiene en las encuestas. Pongamos en una balanza sus hechos negativos y positivos, para ver qué pesa más, y en qué proporción.

«Bajo esa convicción, apreciado amigo, fue que escribí mi reciente columna en El Espectador, cuya prosa, según anotas, la encuentras “forzada”. Esa es tu interpretación, y yo la respeto. Sin embargo, mi criterio es maduro. Tú me conoces muy bien y sabes que mis ideas nunca han sido vacilantes. Puedo equivocarme, pero soy leal con mis principios y mi conciencia. Te envío un gran abrazo», GPE.

El Espectador, Bogotá, 7 de julio de 2008.

Respaldo a Uribe

martes, 2 de noviembre de 2010 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Desde Miami, el general retirado Manuel J. Guerrero Paz, ex comandante de las Fuerzas Militares y ex ministro de Defensa del presidente Virgilio Barco, me envía la siguiente comunicación a propósito de mi columna La recta final de Uribe. El ilustre ex comandante militar afirma que lo que falta en Colombia es decisión política para acabar con la subversión:

“Durante mi tránsito por la vida pública y particularmente por el Alto Mando Militar, reiteradamente manifesté, también públicamente, que la única vía para derrotar la virulenta violencia que azota desde hace más de cinco décadas a nuestra patria, era la de tomar la ‘decisión política’ de acabar con la subversión, decisión que a lo largo de nuestra vida independiente solamente la tomaron los siguientes mandatarios:

“El general Rafael Reyes en los albores del siglo XX con la fundación de la Escuela Militar de Cadetes y la creación de un ejército regular permanente. Con esto acabó de tajo el enfrentamiento armado entre liberales y conservadores, cada uno de los cuales tenía su ejército político.

“Sesenta años más tarde, el presidente Guillermo León Valencia tomó la ‘decisión política’ para acabar con el bandolerismo que afectaba prósperas regiones del país y a juro que lo logró; su decisión le mereció el título de Presidente de la Paz.

“En los años 80, el presidente Julio César Turbay Ayala, secundado magistralmente por su ministro de Defensa, general Luis Carlos Camacho Leiva, firmó contra viento y marea el Estatuto de Seguridad y con esta ‘decisión política’ aniquiló la insurgencia en el territorio nacional, pero desafortunadamente por maniobras políticas no se explotó el éxito estratégico, y con el mandato de Betancur Cuartas la guerrilla volvió a su reales, envalentonada por la debilidad política del establecimiento

“Uribe, desde que asumió el mando de la nación, tomó la ‘decisión política’ de acabar con la subversión, de izquierda y de derecha,  que prometió en su campaña política, y el pueblo colombiano sin titubear lo eligió con votación abrumadora, que creció en la reelección, porque objetivamente comprobó que Álvaro Uribe Vélez era diferente a los jefes políticos de los partidos tradicionales que no cumplen una sola promesa y lo que han hecho, como resultado de su desidia, ha sido permitir el fortalecimiento de estos facinerosos terroristas que flagelan inmisericordemente a Colombia.

“Por otra parte, es lamentable que no haya un hombre en Colombia de la talla y calibre de Álvaro Uribe Vélez para sucederlo en la Presidencia. Así las cosas, la solución democrática es reelegirlo tantas veces como sea necesario para que le devuelva la paz a Colombia y para que,  como decía el maestro Echandía, ‘podamos pescar de noche’. Manuel J. Guerrero Paz”.

El Espectador, Bogotá, 16 de junio de 2008.